“Si soy una persona tan inteligente… ¿por qué quienes me rodean han llegado personal y profesionalmente más lejos que yo?
Me han invitado a un encuentro de antiguos alumnos y no voy a acudir porque me siento desubicado, siento vergüenza… He visto en las redes sociales que algunos de ellos tienen unos trabajos envidiables y yo, aunque cuando estudiaba sacaba las mejores notas de mi clase, no siento que a lo que he llegado en la vida, los títulos obtenidos, el trabajo que desempeño, sean acordes a mis capacidades, a mi pensamiento, a lo que me gusta, a lo que fui, a lo que siento, a lo que soy… Tampoco me valoran lo suficiente en mi trabajo. ¿Es que nadie ve mi valía?
Resulto invisible. Incluso he visto a lo largo de mi vida multitud de compañeros de trabajo con menores habilidades intelectuales que yo, pero que han ido mejorando de puesto hasta, incluso, convertirse en mis jefes. Siento una gran frustración. Siento tristeza. Siento ira. Y me pregunto dónde reside el problema.”
¿Te resulta familiar esta situación? Testimonios similares se dan con cierta frecuencia entre algunas personas adultas con altas capacidades o AACC. Tal vez en tu caso no sientas vergüenza de acudir a una reunión de antiguos alumnos, pero quizá te cueste decir cómo te va realmente a una antigua amiga que te llama por teléfono para saber qué ha sido de tu vida, o responder sin evasivas a tu familia cuando te pregunta por el trabajo o los estudios, es posible que sientas que tus resultados, que tu vida profesional y personal, no concuerdan con tus capacidades intelectuales ni con lo que “se espera” de ti.
¿Te has parado a pensar alguna vez en que aunque un cociente intelectual elevado correlaciona positivamente con el éxito académico y profesional, no es todo lo que se necesita para alcanzar tus metas? Y lo que es más, ¿qué es lo que precisamente por ser superdotado o talentoso “crees no soportar”, a menudo incluso desde la infancia, cuyo cambio resultaría de gran ayuda para alcanzar esa satisfacción profesional y personal tan añorada?
Con frecuencia nos fijamos en nuestras fortalezas y obviamos nuestras debilidades. Sin embargo, precisamente emplear tus fortalezas (si las conoces) para aprender esas habilidades que te faltan (nuevamente si las conoces) es lo que te ayudará a alcanzar tus metas. Por supuesto existen otros componentes para alcanzar el éxito que no dependen de nosotros, como estar en el sitio correcto en el momento oportuno, o lo que la gente llama “buena suerte”; pero esto no se da siempre (además de tener que “verlo” en el momento que se presenta) y, sobre todo, solo a posteriori se sabe que algo es buena suerte, pues en muchas ocasiones lo que consideramos mala suerte es justo lo que nos puede conducir por un camino distinto que nos permite alcanzar la felicidad -como nos enseña el cuento tradicional chino “Buena suerte, mala suerte”-.
Conocer nuestras fortalezas y debilidades no es sino ese “Conócete a ti mismo”, ese autoconocimiento al que ya en la antigua Grecia tan sabiamente se hacía un llamamiento con una inscripción en el pórtico del Templo de Apolo en Delfos. Por cierto, que también esculpieron en el mármol del pórtico el aforismo “¡Nada en exceso!”. Ahí es nada.
En realidad, son muchas las personas que tienen un sesgo natural hacia el deseo de capitalizar sus fortalezas y evitar pensar en aquello en que no son naturalmente tan fuertes. Los niños más brillantes generalmente reciben mucho refuerzo a lo largo de sus primeros años sobre que su inteligencia es valiosa. “Llegarás lejos”, “Puedes llegar a ser lo que quieras”, les dicen a menudo (pero nunca les indican dónde está “lejos”, ni cómo llegar a ser lo que quieran ser, menos aun cuando ni siquiera saben qué quieren). Crecen escuchando que son inteligentes y en los centros educativos experimentan que comprender y aprender les resulta más fácil que a otros. No parece difícil deducir de todo ello que en el futuro, ya de adultos, continuarán concentrándose en su intelecto.
Por lo tanto, las personas más inteligentes erigen ya en la infancia su inteligencia como uno de los pilares que conforman su autoconcepto (la idea que tienen de sí mismos). Después, como todo el mundo, valoran y opinan sobre su autoconcepto, es decir, forman su autoestima. De modo que cuando la valoración de los resultados de su inteligencia (autoestima) no son los deseados o los que “creen que esperan otros de ellos”, la valoración que hacen de ellos mismos se resiente mucho y su autoestima decae. Por eso, dado que a menudo atribuyen gran parte de su autoconcepto a ser inteligentes, aquellos resultados académicos, profesionales o personales que, desde su visión sesgada, no confirman ese autoconcepto, pueden hacer que disminuya su capacidad de recuperación ante un mal resultado y conducir a la evitación cuando no obtienen lo que esperan de sí mismos, no alcanzan las metas que en la sociedad en que viven se consideran “éxito” o procrastinan ante la falsa creencia de que el producto que van a obtener de su conducta no va a respaldar ese exigente autoconcepto.
De manera que ese autoconcepto asentado casi exclusivamente en la inteligencia se convierte en exigencias absolutistas sobre uno mismo, es decir, la tendencia a tener normas rígidas del tipo “debo alcanzar tal cosa, tal resultado, tengo que tener tal o cual trabajo, tal o cual vida, tal o cual título, tal o cual éxito”, porque “si no, no valgo nada” induce emociones negativas no adaptativas como desesperanza, depresión o ira que inmovilizan a la persona. De manera que entonces la persona superdotada o talentosa entra en un círculo en que paraliza toda acción para salir de esa situación.
Preguntarse si esos pensamientos coinciden con la realidad, si son lógicos o tienen alguna utilidad, puede ayudar a la persona a salir de esas emociones desadaptativas y, por lo tanto, paralizantes, para emprender acciones de cara a ponerse metas y trabajar para alcanzarlas. Esto y, lo más importante, trabajar sobre un autoconcepto real y sano. Las personas no somos lo que hacemos, lo que conseguimos, lo que obtenemos o lo que tenemos, sino lo que somos. No somos nuestra inteligencia, como no somos nuestra altura, o el color de nuestros ojos. Y los títulos o los premios o los puestos directivos o el dinero que tenemos no son sino conductas sobre áreas como la educación formal o el campo laboral. Las personas son, somos, valiosos per se. Y luego viene todo lo demás.
Una de las contribuciones más interesantes a la psicología clínica procede de Albert Ellis y es la Baja Tolerancia a la Frustración (BTF), algo así como una “impaciencia extrema”, un “hedonismo a corto plazo” o un “no lo puedo soportar”. Como señalan Lega, L., Calvo, M., Sorribes, F. (2017), se trata de una creencia irracional que muchas personas mantienen, pero que no suelen poner a prueba, donde la incomodidad o la frustración experimentadas en una situación difícil tiende a evaluarse como imposible de soportar. Paradójicamente, esta creencia evaluativa genera comportamientos encaminados a la obtención inmediata de placer y a la evitación de eventos frustrantes, lo que termina incrementando la frustración y el malestar a largo plazo”, es decir, procrastina.
Sigue la recomendación de Alice Boyes: “Usa tus fortalezas para superar tus debilidades. Si eres bueno aprendiendo, simplemente puedes aprender las habilidades que no te son tan naturales. No necesitas un cambio de personalidad, solo necesitas un plan de acción y una actitud genuinamente constructiva”.
Un pensamiento interior sano nos dice de nosotros que somos seres sensibles e inteligentes, que tenemos una gran valía en sí misma y que emitimos conductas más o menos acertadas en campos como el académico, el profesional o el personal. Pero nuestras conductas no nos describen, sino que son indicadores de lo alcanzado o de una habilidad en un campo o aspecto determinado de la vida en un momento dado. Permítete acertar, pero también equivocarte, permítete hacer, aunque no sea perfecto, permítete ser y, sobre todo, confía en tus capacidades, pues, como dijo el gran psicólogo Albert Bandura, «Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso». Así que, ya sabes, ¡haz! Parafraseando al escritor alemán Hermann Hesse (autor que, por cierto, me encanta), el mundo es de los “Macher” (hacedores). Pero hazlo ya. No hay más tiempo que perder. Aunque no sea perfecto o aunque te equivoques. Búscate una meta, trázate un plan para alcanzarlo y síguelo, aunque te cueste. Frústrate las veces que haga falta, hasta que te liberes de tu propio saboteador personal. Atrévete.
Y recuerda: ¡Nada en exceso!
Este sitio utiliza cookies propias y de terceros para asegurar la mejor experiencia al usuario, ofrecer contenido personalizado y analítica web. Al continuar con la navegación o aceptar o cerrar este aviso, estás aceptando dicha utilización y el Aviso legal y Condiciones generales de uso.
Cristian
Posted at 12:11h, 20 febreroMuchas gracias Federico por la nota.
Sigo sus artículos desde el programa de Eso no se Pregunta.
Ha sido un alivio muy grande en muchas de mis inquietudes porque me siento muy cercano a lo escenarios que describen.
Realmente desconozco mi coeficiente y no tengo idea sobre mis procesos cognitivos, pero empatizo con la experiencia.
Muchas gracias a ustedes por compartir esta información y no sentirme tan aislado.
Un abrazo de Uruguay.
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 10:46h, 21 febreroHola, Cristian:
Nos alegra enormemente que nuestros artículos te estén siendo de ayuda.
Comprendemos cómo te sientes, pues descubrir que existen muchas otras personas que comparten ese mundo interior que, en ocasiones, nos parece tan propio, nos puede ayudar a dejar de sentir que estamos solos y a conocernos mejor a nosotros mismos. Es por ello que nuestra recomendación es que te pongas en manos de un psicólogo o psiquiatra especialistas en altas capacidades, de manera que puedan realizarte la evaluación psicológica necesaria para determinar si, efectivamente, este es tu caso, y así poder ofrecerte unos recursos adecuados a tus necesidades.
Un abrazo.
María A
Posted at 10:49h, 21 febreroGracias por leerme sin escucharme
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 12:09h, 21 febreroHola, María:
Gracias a ti, por tu interés en Cientoymucho. Nos alegramos de que nuestras publicaciones te sean de utilidad.
Un abrazo.
Verónica Sierra
Posted at 14:21h, 08 mayoA pesar del tiempo transcurrido, ¡gran artículo! Sencillo, ameno, con exquisitas frases y magnífico cuento para reflexionar.
Si bien es cierto que el mundo es de los “macher”, en ocasiones, la sociedad lo impide de forma subrepticia o coercitiva, abocando al individuo a la frustración y la desidia. Mas sin embargo, no debería suponer cejar en el propósito.
Sabios consejos para los caminantes de sendas inciertas. ¡Muchas gracias Don Federico!
Un beso y un fuerte abrazo para todo el equipo.
Cuídense
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 10:52h, 09 mayoHola, Verónica:
Efectivamente, es muy necesario ser perseverantes a la hora de perseguir nuestras metas.
Muchas gracias por tus palabras, nos alegra enormemente que el artículo haya sido de tu agrado.
Un abrazo.
Marta RA
Posted at 12:38h, 23 junioQué artículo tan tranquilizador. De pequeña fueron detectadas mis altas capacidades aunque nunca nadie ha reparado en ello. Tras problemas de salud mental mi psiquiatra/ psicólogo me ha dicho literalmente que no estoy deprimida sino que tengo que trabajar mi personalidad y literalmente me dijo que tengo baja tolerancia a la frustración, dependencia de la motivación y en otras palabras procrastinación. Estas frases retumban en mi mente pensando que tengo muchos defectos a corregir. Leer esto me ha aliviado mucho y ver que pasa a mas gente con altas capacidades y hay maneras de enfocarlo, Gracias
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 11:22h, 24 junioHola, Marta:
Nos alegra enormemente que este artículo te haya resultado tranquilizador. Efectivamente, cuando las altas capacidades no son identificadas, atendidas y gestionadas debidamente, pueden derivar en sufrimiento, el cual supone un gran obstáculo para alcanzar nuestras metas.
Sin embargo, nunca es tarde para explorar esta parte de nuestra identidad, y potenciarla. Te felicitamos por la gran valentía de dar este primer paso de conocerte mejor y buscar nuevas formas de afrontamiento que te lleven a una mejoría.
Quedamos a tu disposición para lo que necesites.
Un abrazo.
Javier
Posted at 08:22h, 04 septiembreMuchas gracias por vuestros artículos..
Son muy interesantes.
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 11:42h, 05 septiembreGracias a ti, Javier, por tus palabras. Nos alegra enormemente que nuestro contenido sea de tu interés.
Un abrazo
Martín
Posted at 16:36h, 11 noviembreHola buenas tardes, ya he recibido, leído y comentado otros artículos de Cientoymucho. Como siempre estoy de acuerdo con casi todo lo que exponen
y creo que realmente intentan ayudar a la gente que se siente identificada. El autosabotaje, en mi caso, es inherente al proceso de expectativa que genera
la posibilidad de alcanzar un logro, como si en determinado momento esa ansiedad se volviera contra mí. Me ha pasado mucho. Me gusta esa frase de que no somos
lo que hacemos, conseguimos o tenemos, sino lo que somos. Es una caricia a la autoestima y es muy real. Aunque estoy en desacuerdo con la siguiente: yo sí creo que somos nuestra inteligencia, nuestro color de pelo y de ojos, nuestra estupidez cuando toca, nuestras cualidades y carencias, todo eso somos.
En cuanto al éxito. . . el éxito dónde? en qué contexto? con respecto a qué? . . Quizás el éxito en una sociedad corrompida y consumista como esta, consista en
vivir en una tienda al lado de un río, ¿quién sabe? El éxito es una cuestión personal que no siempre caza con el entorno, y por lo tanto puede no proveer las
mismas nociones de “avance” o “logro” en la vida de gente distinta. Gracias por el artículo, y por fomentar la reflexión.
Fede Fernández
Posted at 08:41h, 16 noviembreEstimado Martín:
Me alegra saber que este artículo haya podido contribuir a fomentar la reflexión. Entiendo que excluir aspectos como la inteligencia o el color de los ojos (o como añades, nuestras cualidades y carencias) de lo que somos pueda parecer chocante e incluso contraintuitivo, pero es precisamente ese el fondo de la cuestión. Es importante sabernos muy valiosos en nuestra esencia simplemente como seres humanos, como concepto tal, como valía intrínseca, pues de lo contrario es fácil caer en estimar el concepto de nosotros mismos en base a conductas o características físicas o de otra índole,
En cuanto al éxito, coincido plenamente contigo, de ahí que indicara en el artículo «las metas que en la sociedad en que viven se consideran “éxito”».
Gracias por compartir tu reflexión.
Un abrazo.
alepaz
Posted at 21:45h, 12 diciembreMuchas gracias. Excelente artículo, me siento muy identificada. Soy una persona feliz, pero quizá no profesional o económicamente “exitosa” como espera la sociedad o como esperaba mi familia.
Me desanimo con mucha facilidad, creo en mis capacidades, pero tiendo a la procastinación exactamente como dice el artículo. Me gusta ver resultados a corto plazo y el mundo me parece que funciona de una manera excesivamente lenta y me falta paciencia “Me aburro” es una frase que repite mi cabeza con frecuencia.
Entonces me veo una y otra vez intentando convencer o demostrar a la gente de que soy una persona feliz, para no ser juzgada por no ser “existosa”
El Equipo de Cientoymucho
Posted at 18:58h, 13 diciembreHola, Alepaz:
Es posible que la clave esté en poder cosechar nuestros propios éxitos y no tanto en preguntarnos qué esperarían nuestros seres queridos o la sociedad con respecto a nuestro futuro profesional, pues la felicidad es algo tan personal y tan diferente en cada uno de nosotros, que el camino que nos acerca a ella es también muy distinto para cada ser humano. Por ello es importante marcarnos metas a corto, medio y largo plazo que nos permitan respetar nuestros tiempos y evitar esa procrastinación que a veces nos arrastra cuando deseamos materializar nuestras metas en un espacio de tiempo mucho más breve del necesario.
Un abrazo.
Patxi Echaniz
Posted at 15:07h, 10 febreroMuy bueno, me ha gustado mucho y me ayuda! Gracias.
Siempre he tenido la incertidumbre de no poder explicar mis frecuentes parálisis, consiguientes ansiedades y procastinaciones.
Un abrazo.
El+Equipo+de+Cientoymucho
Posted at 10:12h, 13 febreroHola, Patxi:
Muchas gracias a ti, por seguir nuestras publicaciones. Nos alegra conocer que te han servido de ayuda.
Un abrazo.
Natalia Valdebenito
Posted at 02:27h, 25 julio💖